Es un fiel reflejo de lo que pasa a pie de barrio. Mercadona, la cadena valenciana, supo llegar para quedarse y para competir en un mercado en el que no se creía en la fidelidad de los clientes sino en la cercanía.
Si pensamos en los años previos a la llegada de Mercadona y, sobre todo, de sus marcas blancas, podríamos ver espacios como Día y los supermercados de barrio que no seguían el patrón de ninguna cadena. En todo caso, estabamos en una competencia de compra entre los supermercados del barrio y los grandes almacenes que empezaban a hacerse hueco tipo Alcampo, Carrefour…etc.
Sin embargo llegó Mercadona a la zona de confort de las calles en las principales ciudades, con una línea de marca blanca llamada Hacendado que comenzó haciéndose un hueco a través de Bosque Verde en las casas de nuestras madres por el precio de sus productos y que fue abriendo la puerta al resto de la despensa e incluso a los productos de belleza. Cremas, champús y conservas fueron los principales grandes éxitos de la marca que vio como, día a día, iba batiendo a sus adversarios.
De hecho, ha conseguido una fidelidad a sus productos como pocas marcas de este estilo, y además, a través de su marca propia, compitiendo incluso con productos de primer nivel si hablamos en términos de reputación. Y lo ha conseguido con precio y calidad. Sin embargo, una de sus cuentas pendientes era la compra online, que parece que formará parte de su próxima estrategia de branding aunque lo cierto es que, con la propia inercia, ha conseguido triunfar.
Y es que según se ha sabido, sin esfuerzos por su parte, se ha hecho con una cuota de mercado online lo suficientemente considerable como para poder decir que uno de cada cinco consumidores compra en su página. Algo sorprendente a la vista del poco desarrollo del ecommerce. De nuevo esta cadena ha conseguido posicionarse mejor.